De vuelta a la rueda y al pedal rumbo al cañaveral

   Luego de varios meses sin rodar en la bicicleta por motivos laborales, esta semana retomé la rueda con los hermanos de Mandrinasbike, el jueves pasado hubo una vuelta por la ciudad organizada por los amigos de la tienda Le Tour Bike en total unos 30 km aproximadamente según la aplicación Relive ya que el móvil se descargó.

   Como es costumbre, siempre informado a través del grupo de whatsapp, pero aún estaba un poco dudoso de participar en la ruta de hoy, pues la bicicleta estuvo parada mucho tiempo salvo en pequeñas rutas cortas a la universidad, aun así los cambios están desajustados, no obstante al ser una ruta nueva para mí y el grupo decidí participar.

   La Bioalarma siempre activa, a las 4:30 am la paraulata y el cucarachero ya habían comenzado la faena, esta vez los alcaravanes no dieron su alerta (supongo que les tocó el primer turno) ya estaba despierto revisando lo que llevaría para la ruta de hoy, algo ligero realmente, ya había acordado con una amiga vernos temprano para esperar al grupo en el punto de reunión como de costumbre ya que a ella la habían invitado a la actividad también solo que no tenía grupo para irse.

   No esperamos mucho tiempo y comenzaron a llegar los muchachos, para partir al siguiente punto de reunión e ir buscando a otros integrantes del team y así se fueron uniendo algunos riders hasta llegar a nuestro destino el Empalao una pequeña montaña (ubicada en Cagua) que conocí por allá en el año 2000 en una actividad scout, el CAREPAS –pero eso es otra historia que contar- donde nos reunimos con nuestros anfitriones el team Empalao’s Club.

Entrada al Empalao foto cortesía de @eukarysgl

Luego de los saludos respectivos y escuchar las instrucciones comenzamos el ascenso, desde luego respetando el canal de circulación ya que la presencia de caminantes y senderistas es común en el lugar y desde luego, todos tenemos derecho al deporte donde siempre hay respeto y tolerancia, en vista de que los cambios de mi maquina están fallando tuve que hacerlos en modo manual (y no me refiero al mundo fotográfico).

   El ascenso fue leve tomando en cuenta que tenía meses sin hacerlo en la bicicleta, aun así lo logré hasta llegar a un plano hasta llegar a la Escuelita, creado por nuestros anfitriones donde nos mostraron algunas técnicas para el ascenso/descenso en bicicleta de montaña seguido de un circuito corto en forma de 8, varias Mandarinas lo intentaron y lograron varias veces (el ascenso) y otras completaron el circuito, en mi caso no participé por la falla mecánica de la bicicleta y por mi retorno al pedal, no quise abusar de la máquina, aun así completé el circuito caminando para una futura ocasión.


foto cortesía de @eukarysgl

   A una de las muchachas se le rompió la cadena, mientras se hacían las reparaciones, tomé el desayuno, conversé con los muchachos y observaba el entorno y caracterizando la biodiversidad, pude notar que en otrora fue un bosque seco tropical por la presencia de algunas plantas típicas de este ecosistema, el resto es vegetación secundaria y obviamente debido a la intervención antrópica.

   Luego de la reparación comenzó el descenso hacia el cañaveral –ya estaba pensando en la biodiversidad que podía estar en el lugar- un recorrido agradable con mucho polvo, sombras y trayectos con sol al borde de un cañaveral en crecimiento, así fuimos rodando hasta la Laguna Calicanto, donde pude observar algunos Garrapateros (Crotophaga ani) volando bajo, unas Coutuas oliváceas (Phalacrocorax olivaceus) nadando con su parsimonia, un Gavilán caracolero (Rostrhamus sociabilis) juvenil pasó frente a mí con su desayuno y se posó en la rama de un árbol a mi izquierda, ahí hice una foto panorámica y luego fui reunirme con el grupo.

Vista a la Laguna Calicanto.

   Nuestros anfitriones nos dieron un refrigerio, mientras tanto vi en la orilla opuesta de la laguna una Garza blanca (Ardea alba), luego de unos minutos de descanso continuamos con la rueda, el siguiente destino: “La Casona” cuya data se estima que perteneció a la familia Bolívar.

  Al llegar a la Casona, nos dieron otro refrigerio, un helado refrescante bajo el sol abrazador, luego una breve charla sobre el lugar, como de costumbre en unas ruinas no falta la actividad humana y los escribas (La palabra española escriba procede del latínscriba. En hebreo so·fér, procede de una raíz que significa “contar”, y se traduce “secretario”, “escribano”, “copista”; y la palabra griega gram·ma·téus se traduce “escriba”, “instructor público”; el término alude a una persona instruida, Wikkipedia, 2022) con su parsimonia tallando las paredes mostrando su contenido fecal cognoscitivo, si bien es cierto que la estructura data de muchos años, no es nada nuevo que haya sido objeto de vandalismo y demás actividades irregulares.

Entrada a la Casona.

   Recorriendo la estructura pude observar restos de ollín, incluso en lo que pudo ser un closet había un pequeño agujero cavado en el suelo y que posteriormente fue sepultado, a mi entender e interpretación pude recordar las leyendas sobre los “Entierros y morocotas” que datan de la época colonial. Para contextualizar, las Morocotas eran monedas cuya composición era 90% oro y 10% de cobre, su origen es Norteamericano y su valor era de 20 dólares, fue de gran valor a partir de 1830 y durante el siglo XIX, actualmente existen cazadores de esta moneda para ser subastadas o coleccionadas, Sin embargo, hubo una morocota Nacional que circuló en 1886 como la primera moneda de oro acuñada en Venezuela conocida como Pachano, Fuerte de Oro y posteriormente Morocota y su valor era de 100 bolívares y la Norteamericana 104 Bs, esta diferencia de valor se relacionaba con el peso del oro acuñado en dichas monedas).

   Estas fábulas de entierros, espantos, aparecidos y monedas de oro, duendes y derivados hoy en día siguen vigentes y raras veces se consiguen dichas monedas de oro enterradas en predios y fundos de antaño (pero ya hablaremos de esas leyendas en otra ocasión). Durante el recorrido hice algunas fotos a las paredes e incluso un micro video para posteriormente ver con calma y buscar figuras y formas humanoides en las manchas y sombras (esto se conoce como Pareidolia) no obstante, hay quienes asignan conceptos e ideas relacionadas con el maligno y presencia de entes negativos, digno de un episodio de terror para mi canal de Youtube (idea en mente).

   Mirando por las ventanas imaginé el paisaje de la época independentista y recordando las visitas guiadas del ingenio bolívar y la descripción de la batalla de la juventud, de hecho, le comenté eso a uno de los muchachos.

Resultó fácil imaginar una batalla de la independencia

Imagina corceles a galope, cañones, banderas, humo y gritos.

   Luego del recorrido, descanso e historias, retornamos hacia la laguna para disfrutar del viento, la sombra, comer algo y descansar, aquí pude notar que se sumó otra especie a mi inventario de biodiversidad, un Galápago Llanero (Podocnemis vogli) tomando sol sobre la rama de un árbol caído donde unas Cotúas oliváceas (Phalacrocorax olivaceus) estaban perchadas tomando sol.

Disfrutando de la vista durante el almuerzo.

   Había transcurrido un rato, nos organizamos para la foto-vídeo grupal para regresar a la entrada del sendero, ahí nos estaban esperando con agua y papelón con limón fríos, pues en esta época del año el calor es fuerte. Nos organizamos y despedimos de nuestros anfitriones a quienes agradezco por la paciencia, los tips de ciclismo y no menos importante por el recorrido.

   El grupo decidió pasar por la “oficina” y tomarse unas birras (yo no tengo simpatía por la bebida), así que ahí estuvimos otro rato esperando que “bajara el sol” y posteriormente retornar a nuestra ciudad origen, hicimos varias paradas para reagruparnos y continuar, en el último trayecto, otra de nuestras muchachas tuvo un espiche severo, se realizó cambio de tripa, se compartió un refresquito bien frío cortesía de otra de las chicas y continuamos hasta que cada quien llegó a su hogar.

Profesor de Biología, naturalista, aprendiz de Fotografía y Zoología con énfasis en la Diversidad Biológica Venezolana.