Al
hablar y comentar alguna experiencia en los Llanos rápidamente nos llega la
imagen del hombre a caballo, con liniero en mano, a un costado quizás,
escoltado por uno o varios perros, mascando chimo, usando alpargatas o botas, a
veces descalzo, sombrero o gorra con su ropa desdeñada por su andar en la
sabana y no menos importante su acento particular aunado a platos gastronómicos
típicos de dicha región, la carne en vara, unas cachapas con queso al ritmo un
Joropo zapateao, el agua ardiente con arpa, cuatro y maracas donde los copleros
recitan versos improvisados sin esfuerzo, desde luego, la agricultura y la
ganadería forman parte de esta región de Venezuela.
No
esta demás recordar canciones famosas y cantautores de renombre, que,
inspirados en la sabana y las actividades del hombre, escribieron versos y
poemas que alimentan el alma llanera como una diadema y quizás hasta recordar
un dilema…
Habían pasado 12 años desde mi última visita a los Llanos cuando estuve trabajando en los Hatos Santa María (Estado Barinas) y El Cedral (Estado Apure) en aquel momento estábamos visitando los zoorcriaderos que funcionaban en dichas reservas de fauna.
En
esta ocasión, he vuelto a la sabana, la nostalgia y el recuerdo fusionados ante
este nuevo encuentro con los Llanos centrales (Estado Cojedes), una expedición laboral
y no menos importante fotográfica, de inmediato aquellas especies de la fauna
llanera vista hace doce años atrás llegaron desde “los restos de la memoria
lejos del pensamiento” (Gómez-Fonseca, 2000), en efecto ese fue el nombre del
primer blog que hice y que no pude continuar por diversas razones. Al mismo
tiempo, recordar la memoria de mi gran amigo y maestro Saúl Gutiérrez (†).
Volviendo
al relato, como liniero detrás del garabato para cortar el pasto, nos
encontramos en el punto de reunión como de costumbre, luego de los respetivos
saludos y presentaciones con nombre, agarramos camino para llegar a nuestro
destino. Las tertulias llaneras y culebreras contadas con emoción primera, a
viva voz del que fuera, así transcurrió el tiempo a pesar de que el reloj
marcaba la hora muy lento y así recorriendo el camino hacia nuestro destino,
hicimos una parada para repostar combustible, pues el equipo venia viajando
desde la ciudad de Caracas, luego conversar y repostar un vendedor se acercó a
la unidad vehicular para charlar, vendía cuchillos caseros de varios modelos,
incluso uno que parecía peinilla o tal vez un liniero. Sin vacilar en su andar,
el vendedor insistía en conversar y dos de mis compañeros comenzaron a
negociar, con sonrisa de oreja a oreja se concretó la venta mientras otros
comerciantes miraban curiosos o tal vez celosos sin dudar.
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Luego de repostar, retomamos el andar, hasta llegar a un paradero donde logramos divisar la laguna del Pao muy bella y digna de admirar, ahí estuvimos unos minutos haciendo fotos y comentarios al azar mientras la vista hacia la laguna era digna de admirar.
Continuamos el camino, al atravesar las Galeras del Pao una recta en el asfalto dibujaba nuestro destino, y así hicimos el recorrido, el avistamiento de aves fue entretenido, y a lo lejos alguna que otra ave estaba posada en su nido, la cuenta comenzó con el vuelo rasante del Zamuro, seguido del Oripopo sin apuro, donde el rey zamuro fue protagonista de las tertulias bicheras que continuaron.
El camino sabanero, a lo lejos vimos el humero, no era más que el trabajo de los obreros en su andar carretero, cortando el pasto atiborrado y al mismo tiempo quemando lo acumulado, trabajadores a cada lado y las aves rapaces con su mirada tenían todo el campo quemado acaparado a la espera de algún animalito del monte desamparado para así cazar y quedar con el buche lleno y esperanzado.
Culminó
el asfalto y no por ser una señal de alto, giramos a la izquierda primero dando
paso a un camino culebrero, que al andar levantaba el arenero dejando atrás una
nube de tierra y polvero, por ahí voló el Cari care sabanero, a lo lejos en un
potrero había un pequeño garcero, continuamos el recorrido a través de aquel
sendero hasta llegar al portón e identificarnos primero, mientras tanto cantó
el Pitirre chicharrero, al mismo tiempo que nos saludaba el llanero.
Serpenteando el camino culebrero, alzaron vuelo la Garza reznera, la Tortolita y el Perico mastrantero, vi un par de terneras al lado izquierdo en un potrero, continuaba la camioneta sobre el arenero, a una velocidad tal que dejaba tras de si un polvero, un grupo de garzas cruzo el sendero quizá en busca de su garcero, imaginando un venado y su caramero poco a poco llegamos al Hato Piñero.
Luego de las presentaciones, nos dirigimos hacia las habitaciones, para ubicar el equipaje hacia los rincones y posteriormente salir a tener algunas conversaciones, planificando las expediciones que con curiosidad y emociones, el llano nos ofrecía múltiples opciones para dar inicio a una de varias exploraciones, dando inicio hacia la sabana y sus encantos multicolores, observando la fauna en los alrededores con la mirada inquieta ante los animales merodeadores, para hacer algunas fotos del llano y el contraste de sus colores, llego el atardecer observando la avifauna y sus perchas como habitaciones, los chigüires pastando, la Viudita patilarga, el Alcaraván, el Pico tijeras, los Patos, Cotúas cantando, los Babos llegó el anochecer para retroceder y en el campamento una mesa de trabajo establecer.
CONTINUARÁ…