Herping Polvorín-Bucaral Enero 2021 2da parte.

 Día 2

     Las Guacharacas (Ortalis ruficauda) con su parsimonia dieron inicio al día, sumado al clima de montaña que no se hizo esperar para manifestarse desde el día anterior. Arrancamos el día como de costumbre, tomando datos y observando aves, una bandada de Pericos cara sucia (Eupssitula pertinax) interrumpió la escena para hacerse notar siguiendo el curso del río con dirección al valle y no menos importante, las historias de Don Enrique continuaron, mientras esperamos el desayuno, que por cierto, estaba muy bueno!   

Un día claro...

     Luego del desayuno, agarramos nuestros morrales de ataque, con libreta de campo y lápiz en mano comencé a tomar nota de las aves que logré identificar una paraulata ojo de candil (Turdus nudigenis), al mirar hacia la montaña un pequeño grupo de Conotos (Oropendola crestada) y una pareja de Guacamayas verdes (Ara militaris) cruzaron en direcciones opuestas las laderas de la montaña, a lo lejos se escuchaban las Guacharacas (Ortalis ruficauda). En este punto, nos despedimos del Sr. Enrique, quien nos invitó a su terrenito para seguir compartiendo e investigando.

El desayuno criollo, para no perder la costumbre...
     Posteriormente, decidimos ir hacia el río, al llegar al riachuelo el canto de los machos de Sapito niñera (Mannophryne cf. herminae) nos dieron la bienvenida y al descender estos se arrojaron al agua o se ocultaron entre las rocas y cuevas. Una vez en el riachuelo, estuvimos en silencio durante unos 20 minutos tomando ese sector del río como punto de observación de aves -para futuras prospecciones de campo-. Transcurridos unos minutos, una pequeña mota blanca moviéndose sobre una roca llamó la atención de Biomavoelger y la mía, con cámara en mano me acerqué a registrar el hallazgo, se trataba de la larva de una mariposa, tan blanca como la escarcha de la nevera, exhibiendo unos “pelos” urticantes que invitaban a mantener la distancia y a no manipularla.

Larva  con pelos urticantes.

     Volviendo al punto de observación, algunas libélulas captaron la atención de mi compañera biomavoelger, por lo que permanecimos largo rato esperando que alguna de ellas se posara en una ramita sobre el riachuelo, -solo es cuestión de paciencia y perseverancia para lograr fotografiarla-, de igual manera seguía tomando nota de lo que estábamos observando.

Caballito del Diablo / Odonata.

     Transcurrido el tiempo, regresamos al campamento para organizar nuestro equipo y descender hacia Pozo el indio donde nos estaban esperando. Una vez que arreglamos todo, nos despedimos de Juan y comenzamos la caminata de retorno hacia el pozo el indio, como de costumbre, tomando notas de los animales que nos conseguíamos en el camino. En la mitad del sendero, nos encontramos a Kimbo, otro habitante del sector que traía consigo parte de la logística para el resto de la expedición, él se dirigía hacia la sección donde trabaja y gentilmente nos acompañó  al punto de campamento, mientras preparamos el almuerzo estuvimos conversando largo rato, y por la hora se le hacía complicado subir, por lo que le sugerí que pernoctara con nosotros.

El fogoncito mientras preparamos el almuerzo.

     Tenía varios meses sin conversar con nuestro anfitrión, por ende, las historias de fantasmas, aparecidos en la montaña no se hicieron esperar, para posteriormente continuar con los cuentos de antaño donde los encuentros con animales y espantos del monte dieron paso a la noche, como almorzamos relativamente tarde, no hicimos la cena, mientras nos preparamos para el muestreo nocturno, aproveché la ocasión para compartir con él algunos de los trabajos que he publicado relacionados con las serpientes del Parque Nacional Henri Pittier, aunado al hecho de que a través de la entrevista indirecta confirmó la presencia de algunas especies que previamente había visto en otros sectores del parque. Desde luego, le comenté a Kimbo: “Vamos a buscar serpientes, como sabes, esto no es Animal Planet, Discovery Channel o NatGeo donde consiguen los animales a centímetros del presentador, hay suero antiofídico, ambulancias, paramédicos y un equipo humano muy grande” “-Estoy muy claro de eso, no es cosa de jugar carritos (risas)” comentó.

     Iniciamos el recorrido, buscando alguna serpiente, sin embargo, los grillos y otros artrópodos nocturnos huían con el reflejo de la luz de la linterna, así que decidimos ir hacia la entrada de Pozo del Indio, con la esperanza de ver algo, y efectivamente, lo que nos impresionó fue mirar el pozo con la luz de las linternas, lo más similar a un “vacío” en la oscuridad, luego de algunos comentarios reflexivos para mi sorpresa, encontré el primer anfibio de la noche, una Rana platanera (Boana xerophylla) que permaneció inmóvil y en silencio al ras del suelo mientras estuvimos ahí, con su camuflaje parecía una hoja, por su puesto, unas fotos como de costumbre para continuar caminando por el sendero.

Rana Platanera / Boana xerophylla.

     Los primeros rayos lunares podían ser apreciados mirando el dosel del bosque –copas de los arboles- lo cual me hizo reflexionar: “Para ser noche de luna llena, hay mucha actividad de anfibios” ya que al acércanos al paso del río  la vocalización de muchos Sapitos niñera (Mannophryne cf. herminae) era notable, sumado a la corriente del agua, y algunos grillos, eran el preámbulo del momento más extremo e intenso de la expedición, desde luego, alumbrando y viendo donde pisar ya que a las serpientes Mapanares (Bothrops sp.) les encanta estar enrolladas en postura defensiva/ofensiva o “sit and wait” como dicen en Norte américa, considerando sus hábitos nocturnos y preferencia por estar en las orillas del río donde la disponibilidad de presas (anfibios) están a la orden para la cena, estuvimos caminando y observando con cautela, vimos algunas arañas “pescadoras” (Trechalea sp.) lo interesante de este arácnido radica en que son capaces de “caminar” sobre el agua, ya que su peso no rompe la tensión superficial del agua y pueden “surfear” o trasladarse a otras partes dejándose arrastrar por la corriente del agua, al igual que otras arañas los insectos forman parte de su dieta.

Araña pescadora / Trechalea sp. Foto© Biomavoelger 2021.

     Una cosa es escuchar historias de antaño donde el Lion Barreteao (Puma concolor), el Tigre (Panthera onca), el Cunaguaro (Leopardus pardalis) y pequeños felinos o la Danta (Tapirus terrestris) y otros mamíferos medianos-grandes son los protagonistas de relatos orales interesantes, donde es posible detallar la euforia, entusiasmo y sentimientos encontrados del expositor y su parsimonia siendo comunes en este tipo de narrativas, quizás con toques de exageración, fantasía y realidad combinados brindan un coctel cultural y folclórico arraigado en la jerga de las zonas rurales.

     En este sentido, otra cosa es estar en el momento oportuno por causas del destino o casualidades y ser partícipe de otra historia más que contar,  mientras estábamos observando la ribera del río y contando la cantidad de Sapos cruzados (Rhinella sternosignata) y Sapitos Niñera (Mannophryne cf. herminae) para buscarlos y fotografiarlos en detalle, me alejé unos metros del grupo para atender un llamado de la naturaleza, pues mi vejiga estaba full, y necesitaba nivelar mis niveles de hidratación corporal, así que como imaginará el lector, tuve que atender la llamada, cuando culminé la faena, transcurridos un minuto o dos, comienzo a notar un goteo a unos metros de donde “marqué el territorio” lo que me hace pensar que comenzó a llover, cuando miro hacia el dosel del bosque, en un claro pude ver el cielo despejado con algunas estrellas y la luna saliendo por el Este detrás de la montaña, para mi sorpresa, percibo el olor del líquido, rancio y característico, en eso llamé a los compañeros de la expedición y les señalo con la luz de la linterna apuntando a unas ramas de un árbol grande ubicadas a unos 15-20 metros de altura diciéndoles en vos baja: “Ahí está, alumbren a ver si logramos verlo” el orine continuó cayendo tal cual grifo abierto, sin decir nada nos quedamos a la expectativa hasta que divisamos una cola larga, gruesa pigmentada y un olor a “zoológico” ¡impresionante! Permanecimos así unos minutos, y nos retiramos en silencio y sin decir nada, alumbrando el sendero y vegetación a nuestro alrededor, pues el “Patrón” –nombre que asigné al felino- estaba cerca y lo dejó muy claro, regresamos al campamento para comentar lo ocurrido a la luz de la luna, los  mechurros y el fogón…

      Un dato interesante, de las observaciones hechas por lugareños lo describen así: “Eje bicho es grande, mucho más grande que un gato, de unos 70-80 jentimetros de jalto, pintao, con lunares redondeaos y manchitas negras adentro, muy acuerpao (robusto), cola larga, gruesa y pintada, y es patón, ya se ha llevado un potrillo y un caballo adulto en la otra fila de la montaña, por aquí se jaya el venao y jegurito que ta’cebaito en el paso del río” esta descripción coincide con la de un Jaguar OJO ES MI APRECIACIÓN, no soy experto en felinos, sin embargo, esa descripción coincide con otras historias que he escuchado en los llanos y vertiente norte del Parque, con sentimientos encontrados y comentarios de ese encuentro con “El Patrón” dimos la jornada por concluida y nos fuimos a dormir…

Continuará...   

Profesor de Biología, naturalista, aprendiz de Fotografía y Zoología con énfasis en la Diversidad Biológica Venezolana.