La última vez que salí a rodar fue hace un mes, no por fallas mecánicas o físicas sino por compromisos laborales, académicos y de investigación –retomando los proyectos personales este segundo semestre del año estaré de lleno con los proyectos, más sin embargo, igualmente sacando el tiempo para rodar y mantener las condiciones para rutas que así lo ameriten.
Como de costumbre el canal de
comunicación activo y siempre atento para la “próxima rodada del domingo” hasta
que por fin tuve la oportunidad de retomar las actividades con la familia de
@mandarinasbike la salida de hoy fue “triple”, es decir, por un lado, acompañar
a un nuevo team que está comenzando hasta el Área Recreativa Las Cocuizas,
seguidamente, llegar hasta el sector conocido como Curucuruma y por ultimo
llegar hasta la Cumbre -esta última surgió
en su momento-, desde luego estos tres puntos están ubicados en la
carretera nacional Maracay-Choroní, dentro del Parque Nacional Henri Pittier.
A pesar de poca conexión de
datos, el contacto con los rider estuvo presente durante la semana. Por cierto,
el día de ayer sábado, estuve full haciendo algo de senderismo, el punto es que
tuve que caminar unos 20 km en total, sin embargo, los últimos 10 fueron por
ausencia de transporte, sumado al hecho de que las plantillas de los zapatos se
hicieron trizas por la caminata anterior así que tuve que caminar sobre la
suela del zapato, es decir sobre esos “cuadritos” que están debajo de la
plantilla, para resumir, 10 km con ampollas y a la mínima velocidad y por la
hora con la certeza de que no había transporte, así que para que para resumir,
el día estuvo espectacular, pero cerró con ese broche de oro, como dicen por
ahí eso es parte de la aventura.
Luego de un sueño interrumpido
gracias a que a los vecinos les fascina compartir sus gustos musicales –como
tradición o costumbre, no lo sé- sonó la alarma, una vez más la Paraulata y el
Cucarachero se hicieron sentir con su canto, así que ya se imaginara el lector,
hacer la rutina típica de los domingos de rueda, luego del desayuno y ordenar
las cosas, activar la aplicación Relive y dirigirme hacia el punto de encuentro
pautado como de costumbre. Una vez que llegó el equipo, nos dirigimos hacia el
siguiente punto de reunión a esperar a los integrantes del nuevo team, ahí
permanecimos un buen tiempo, de hecho aprovechamos para hacer algunos ajustes a
las maquinas, en el caso de la Caballota –mi bicicleta- se ajustó el freno
trasero. Una vez que llegaron los colegas, y hacer las presentaciones como siempre,
entre risas y camaradería continuamos el viaje hasta la redoma de El Toro,
diagonal al Zoológico de Maracay, es una parada obligatoria para muchos ciclistas
y así hacer la foto grupal.
La redoma del Toro es un punto de referencia para los ciclistas. |
Ahora bien, luego de varios intentos de foto grupal, cada quien ajusto las relaciones de marcha de su bicicleta, comenzaba el ascenso el cuál es bastante largo, de hecho, comenté a una de las corredoras que subiría poco a poco ya que luego de un mes sin rodar estaba “quemado” o en cero, sin embargo, el ascenso fue bastante fluido y con pocas paradas para esperar a los compañeros de rueda y una escala para hidratarme, recargar agua y continuar hasta el área recreativa Las Cocuizas, al llegar, nos tocó esperar al resto del grupo, uno de los muchachos tuvo una avería con la biela y el pedal de su bicicleta –posteriormente fue resuelta con unos puntos de soldadura, una vez que llegaron todos, felicitamos a los nuevos riders por haber logrado su objetivo, desde luego, hacer un mini compartir-desayunar-hidratarnos para posteriormente, arrancar hacia el destino, el nuevo team no pudo subir porque no tenían cascos y dos colegas del equipo Mandarinas se quedaron, el resto comenzó a subir, sin prisa pero sin pausa, cada quien a su ritmo.
El inicio del ascenso. |
El clima estuvo a favor, el sol
radiante y con algunas nubes que hicieron contraste en el firmamento en
dirección al oeste, desde luego con paciencia y con mi compañera de rutas
inseparable, entre conversa, fotos y su gusto musical variado estuvimos
pedaleando. La conversación fue una comparación con la carretera nacional EL
Limón-Ocumare de La Costa, porque nuevamente, la vena de investigador y la
docencia estuvieron ahí, estuvimos conversando sobre la vegetación circundante
y su razón de ser y como fue en otrora quizás unos 80 años o más tiempo atrás.
Vegetación secundaria pastizal, en otrora esta montaña tuvo un bosque siempre verde. |
El clima comenzó a sentirse, la incidencia de los rayos solares se hicieron presentes en mis envases de agua, sin embargo, la toma de agua cercana estaba cerca, por lo que decidí continuar, justo al llegar a la toma de agua recargué, tomé agua, me lavé la cara descansamos unos minutos, desde luego la camaradería siempre estuvo presente, aún faltaba un trecho para llegar a la zona de transición de la vegetación donde culmina la sabana de montaña para dar paso a ciertos parchos de bosque y desde luego disfrutar de la merecida sombra ofrecida por el dosel de las plantas entrelazadas con el bambú ubicados a los lados de la carretera.
El ascenso lento pero seguro, foto ©Vezlyp 2021. |
Llegamos al inicio de la “José
Gregorio” un trayecto con una pendiente superior a la “Rompe Pulmón” aquí nos
tocó aplicar la de caminar-pedalear y pedalear-caminar a fin de cuentas, no
fuimos los primeros o los últimos en hacer esto y por supuesto, la hidra
tación
como de costumbre. Continuamos pedaleando hasta que un ciclista que venía
bajando nos dijo: “Ya están cerca sigan que están cerca” y así fue, 3 curvas
consecutivas y llegamos al destino Pautado: Curucuruma. Sin embargo, nos
detuvimos varias veces para hacer las fotos del viaje y recuerdo, así como
también para disfrutar la sinfonía del entorno: aves, grillos, el viento y la
corriente del rio.
Una parada fotográfica, foto © Vezlyp 2021. |
Al ser los últimos del grupo en
llegar a Curucuruma –el retraso fue por las fotos- el típico ¡Go go go! No se
hizo esperar y desde luego el ánimo del equipo para llegar y celebrar el logro
de haber llegado a la meta, de hecho los muchachos que nos estaban esperando
para comer, reír, las fotos como de costumbre, tomar agua y descansar.
Curucuruma, un punto atractivo para transeuntes de la carretera hacia Choroní. |
Luego del almuerzo y el típico compartir,
entre risas y las anécdotas de los compañeros de ruta estuve observando algunas
mariposas y tratando de fotografiarlas pero fue imposible, pude observar los
restos de la actividad humana, basura que tristemente no subió sola, pero
lamentablemente se quedó ahí. Si bien es cierto, ese punto de la carretera es
un atractivo o parada para tomar agua para consumo humano o para el radiador de
los vehículos, hay quienes aprovechan para detenerse ahí y tomarse unos tragos,
hacer mini fiestas o lo que sea es importante resaltar estos ilustres, excelentísimos
y soberanos contaminantes infelices que la basura no regresa sola, de hecho
deberían irse juntos al mismo destino…
El Turismo irresponsable o "Ascoturimo" (Gomez, 2021). |
Volviendo al tema principal del
post, surgió la idea “vamos a la cumbre” yo quise ir, sin embargo, con las
ampollas en los pies no quise seguir pedaleando, de hecho ya la incomodidad era
intensa y además no quise ser un retraso para el grupo que decidió subir. Los
acompañamos unos metros más allá de la carretera la pendiente era bastante
pronunciada y mis pies ya pasaban factura, por lo que decidí caminar mientras
reflexionaba: “Ahora es que viene los bueno, el paso de la Danta, las
regresivas, tardaría más de lo pensado en llegar”. Luego de las fotos,
regresamos a la cascada a esperar a los muchachos.
Estuvimos ahí alrededor de 1
hora, quizás más preguntando a los ciclistas que bajaban de la cumbre si habían
visto a nuestros muchachos y por donde estaban, entre camaradería, fotos, uno de
los colegas sacó un paquete de galletas, el cual no duró mucho, seguían las
tertulias y fotos transcurrió un tiempo hasta que pasó una camioneta en actitud
sospechosa, luego de unos minutos sugerí retornar hasta el área recreativa las
Cocuizas a esperar al grupo que subió a la cumbre y así fue, un descenso
extremo y frenando a cada rato, desde luego no es la misma carretera hacia Ocumare
de la Costa la cual ya he recorrido en bicicleta y estoy “acostumbrado” por
ende, la seguridad y precaución siempre presente, al menos no hubo tanto
tráfico por lo que el regreso fue tranquilo y acompañando a una de las
muchachas que venía un poco nerviosa al bajar.
Un día soleado. |
Ahora bien, ya en el área
recreativa las Cocuizas, volvimos a dividirnos, dos de nuestros riders tuvieron
que regresar por compromisos familiares, estuvimos esperando a nuestros colegas
por largo rato, mientras tanto, el envió de fotos a través de Bluetooth y conversaciones
filosóficas sobre la gente tóxica en todas sus variantes y la reflexión “¿Será
que fuimos tóxicos?”, así transcurrió el tiempo hasta que llegaron nuestros
muchachos luego de los relatos leves y técnicas de como bajar “sin frenos” de
hecho, el capitán del Suicide Squad mandarinoso lo hizo una vez más full
adrenalina/stress y con los tacos de los frenos al mínimo, utilizando el estilo
de Pedro Picapiedra al frenar, decidimos partir, ya habían cuadrado el “snack”
para cerrar la actividad, unas pizzas poderosas y levanta ánimos.
Ya para concluir, la aplicación Relive tuvo fallas considerables, infiero que por la cobertura, sin embargo para resumir y sumando las distancias marcadas: 32 km ida y vuelta hasta el Área Recreativa Las Cocuizas (ARC) y otros 10 km aproximadamente desde ARC hasta Curucuruma suman unos 52 km aproximadamente, hasta la próxima rueda que espero no vuelva a fallar.