Al Monumento de la Juventud Bicentenaria en la Victoria, una ruta "plana"...

 Esta semana fue un poco movida, tres salidas entre la semana para seguir adaptándome a la nueva costumbre y desde luego aumentar el nivel, la idea es rodar todas las tardes y así seguir agarrando condiciones físicas para las futuras actividades con @Mandarinasbike, desde luego, todo va a depender de la disponibilidad de tiempo para ello. Anoche no logré dormir bien, gracias a vecinos que les gusta compartir sus gustos musicales a altas horas de la noche. El día de hoy comenzó muy temprano, a las 4:30 am el trinar de la Paraulata ojo de Candil se manifestó dando inicio a la jornada diaria y al mismo tiempo afinar los últimos detalles para la ruta de hoy con las Mandarinas, un “planito” -como decimos a veces- está vez hacia El Monumento de la Juventud Bicentenaria en la Victoria, Estado Aragua-Venezuela.

Al llegar al punto de encuentro. Me conseguí con uno de los riders que ya tenía pocos minutos ahí, tuvimos una tertulia sobre Historia de Venezuela, mientras hacíamos tiempo para que llegara el resto del grupo, mientras tanto, una pareja de Loros se hizo sentir con su trino característico, seguido de un Alcaraván, transcurridos un par de minutos llegó una parte del grupo, uno de los corredores trajo a otro rider como invitado, tras otros minutos, llegó el resto del grupo, luego de los saludos respectivos y repasar el orden de ruta, los tips de seguridad vial y dar inicio a la ruta, como de costumbre activando la aplicación Relive para monitorear la actividad, el clima estuvo a nuestro favor, pues estaba nublado, así que el sol no hizo sus efectos al alumbrar el alba mientras nos dirigíamos al destino pautado.

El calentamiento estuvo “suave” desde el punto de encuentro hasta la Encrucijada, realizando pequeñas paradas para reagruparnos y seguir, en el trayecto se unió un corredor anónimo y estuvo en el grupo un largo rato, demostrando que tenía condiciones físicas para ser un rider de ruta, puesto que en un punto se accidentó, de hecho lo vi inflar la llanta delantera y luego nos alcanzó y pasó, se atrasaba, nos alcanzaba e incluso lideraba el grupo, para posteriormente culminar su ruta hasta la encrucijada, donde surgió una foto grupal, un repaso de las pautas para manejar la bicicleta en la autopista y así continuar la marcha hasta llegar al distribuidor para entrar a la autopista y a darle pedal el resto del viaje.

Ahora bien, si manejar bicicleta en la ciudad es “complicado” por la gran cantidad de vehículos de toda clase y motocicletas sin frenos, incluso, en la carretera hacia Ocumare de la Costa, la cual une a los Municipios Mario Briceño Iragorry y Costa de Oro –atravesando el Parque Nacional Henri Pittier- es, “otro nivel” ya que también rodar en la maquina por ahí es más embarazoso por las curvas, baches, desniveles y los conductores/motociclistas rápidos y furiosos… La autopista es otro nivel “extremo”, recordemos que hay conductores que manejan por encima de la velocidad permitida, el viento es un factor incontrolable ya que si es frontal te “frena” y el esfuerzo al pedalear es mayor, si es lateral y vas descuidado puede sacudirte la bicicleta y hacerte perder el control hasta caerte y lo más importante, los vehículos de todo tipo y motocicletas de alta cilindrada  pasan tan cerca y rápido que hacen falta al menos 3 manos más de pintura para “darte el toquecito” y si hacen sonar la bocina, es decir, tocar corneta, y estás descuidado también puede causarte un susto y hacer perder el control, incluso la ráfaga de viento lateral al vehículo.

Autopista Regional del Centro sentido Maracay-Caracas.

El trayecto de la autopista se hizo sentir, entre los conductores, baches, restos de vidrio, clavos, tornillos, tuercas, trozos de metal oxidado, alambres, piedras,  etcétera, el viento en contra, no obstante siguiendo las pautas de seguridad vial, cada quien a su ritmo, sin guardar mucha distancia, desde luego, paradas en sitios estratégicos para agruparnos, hidratarnos y compartir algún dulcito para recobrar energía y quemarla durante el trayecto, mientras nos tomamos ese descanso, vimos varios ciclistas en la autopista, entre ellos la selección  regional de ciclismo de ruta, o al menos eso me hizo pensar al ver su uniforme seguido de un motorizado –supongo que su entrenador/escolta-. Ahora bien, recorrer la autopista en vehículo particular o transporte te da la sensación de creer que el recorrido es totalmente plano, pues nuestros sentidos nos hacen creer eso y es gracias a la velocidad que lleva el automóvil, sin embargo, ir en la bicicleta es otra experiencia, pues a pesar de divisar el asfalto “plano” es solo una ilusión, hay muchos desniveles y curvas que ameritan mayor, menor o constante pedaleo.

Seguridad y precaución al manejar bicicleta en la Autopista.

Las paradas técnicas y reagruparse es necesario y obligatorio, si bien es cierto que vimos presencia de unidades motorizadas de los cuerpos de seguridad patrullando y haciendo su trabajo, como dicen por ahí “Uno, nunca sabe” (Anónimo s/f), además de esto, si bien es cierto que cada quien va a su ritmo y según sus posibilidades, este tipo de rutas no es una “competencia” por lo que hay que estar pendiente de uno mismo y del hermano de ruedas, como dicen los tres Mosqueteros: “Todos para uno y uno para todos” (Dumas, 1844).  También hay que Revisar frenos, chequear las maquinas, refrescarse, compartir y una que otro foto grupal, individual, selfie o del paisaje.

Siempre hay tiempo para una foto.

Justo antes de llegar a la Victoria hay una pendiente “leve” similar a una de tantas que hay en el Henri Pittier, al llegar pero que también se hizo sentir en el pedaleo, nos agrupamos para hidratarnos, hacer los comentarios respectivos sobre la pendiente y la frase “Ya llegamos” seguimos pedaleando, hasta llegar al distribuidor que va hacia la victoria, nos detuvimos a hacer algunas fotos y continuar hasta el peaje volver a conversar, reír, refrescarnos, y por supuesto, buscar el sitio para la foto grupal-individual y posteriormente buscar el camino para comenzar el ascenso hacia el monumento.

Entrada a la ciudad de la Victoria.

Pedaleamos un trayecto corto, en la distancia y en la cima de la montaña divisé el monumento, pasamos el puente de la autopista, vimos la reja negra, al entrar un Guarda Parques nos dio la bienvenida y sugirió el uso del tapabocas por medida de bioseguridad por el COVID-19. El trayecto estaba concurrido con caminantes, trotadores, familias y personal que hacia mantenimiento al sendero de corredores –eso de arrancar el pasto con la mano uno por uno no lo veo con un empleo digno-. Realice los ajustes de marcha y así llegué a la primera curva, para mi sorpresa, tuve que desistir y subir a pie, ese recorrido me hizo pensar en la inclinación del camino que hay en el P.N. Waraira Repano (El Ávila) desde San Bernandino hasta el Puesto de Guarda Parques de Los Venados. Quizá el lector diga que pude pedalear hasta llegar, sin embargo, debo confesar que el agotamiento del recorrido ya se manifestaba y desde luego rodar en plano y cambiar a pendiente con una inclinación considerable obviamente “pega”.  Algunos compañeros llegaron antes que yo, ya que yo estaba con algo de fatiga y conversando con un señor que comentaba que era ciclista y subía la montaña antes de ser monumento y que por motivos de salud tuvo que vender su bicicleta por motivos de salud.

Vista del recorrido hacia el Monumento de la Juventud Bicentenaria.

Al llegar al Monumento, nos reunimos, hicimos algunas bromas y comentarios, desde luego la hidratación respectiva y hacer algunas fotos alrededor del mismo y buscando un lugar con sombra para sentarnos a descansar, bromear y desde luego, ¡A comer! Como siempre las Mandarinas y sus comelonas, así transcurrió el tiempo y como de costumbre hice una foto panorámica…

Vista panorámica hacia el Este con dirección hacia Caracas.

Llegó la hora de regresar, así que nos tomamos unos minutos extra del descanso para hacer las fotos grupales/individuales y no menos importante, en mi caso, buscar un ángulo para hacer una foto al monumento.

Vista lateral del Monumento de la Juventud Bicentenaria.

Ahora bien, el descenso fue impresionante, la maquina agarró una velocidad aunado a las estrías hechas en el asfalto los mini saltos fueron similares a un temblor en la bicicleta, y recortando la velocidad con ambos frenos hasta llegar a la entrada, volvimos a reagruparnos para posteriormente tomar el canal para abordar la autopista y pedalear, tal como en la mañana, haciendo las paradas necesarias, hidratarnos, reagruparnos, hacer las fotos grupales y siguiendo las mismas pautas de seguridad y precaución al manejar bicicleta en la autopista hasta llegar a la encrucijada y retomar la vía por la ciudad hasta llegar a un punto para volver a refrescarnos con jugo de caña de azúcar –muy bueno- y así continuar el retorno hasta nuestros hogares. 

Ya para finalizar, los datos arrojados por la aplicación Relive fueron los siguientes: Distancia recorrida (ida y vuelta) 83 km, velocidad máxima 43,4 km/h, velocidad promedio 10 km/h, punto más alto 852 m.
Profesor de Biología, naturalista, aprendiz de Fotografía y Zoología con énfasis en la Diversidad Biológica Venezolana.